Crisis

Por Jaren Diamond

Fragmento de Crisis de Jaren Diamond. Debate, Penguin Random House Grupo Editorial, 2019

PRIMERA PARTE | PERSONAS | 1. Crisis personales | Factores que influyen en los posibles desenlaces • Crisis nacionales

Páginas 48 a la 64

Los psicólogos especializados en terapia de crisis han identificado al menos una docena de factores cuya presencia o ausencia contribuye a establecer una mayor o menor probabilidad de resolución de crisis personales (véase la tabla 1.1). Consideremos dichos factores empezando por los tres o cuatro que, inevitablemente, resultan críticos durante el tratamiento o antes de su inicio:

  • Tabla 1.1. Factores que inciden en el desenlace de las crisis personales
    1. Reconocimiento de encontrarse en una situación de crisis
    2. Aceptación de la responsabilidad personal en la acción
    3. Construcción de un cercado para acotar individualmente los problemas
    a los que hay que dar solución
    4. Obtención de la necesaria ayuda material y emocional de otros individuos y grupos
    5. Adopción de otras personas como modelo de resolución de problemas
    6. Fortaleza del ego
    7. Autoevaluación honesta
    8. Experiencia de las crisis personales anteriores 9. Paciencia
    10. Flexibilidad
    11. Valores centrales personales
    12. Ausencia de constreñimientos personales

1. Reconocimiento de encontrarse en una situación de crisis. Este es el factor determinante para que las personas inicien una terapia de crisis. Si este reconocimiento no se produce, ni siquiera se habrían presentado en una clínica de terapia de crisis ni tampoco (en caso de que no acudan a una clínica) empezarían a gestionar la crisis por su propia cuenta. Mientras una persona no lo admita — «Vale, tengo un problema»—, no puede hacer ningún progreso en la resolución de ese problema y puede ser que admitirlo le lleve mucho tiempo. Mi crisis profesional de 1959 empezó cuando me vi obligado a reconocer que no era un buen científico de laboratorio, tras más de doce años de éxitos escolares ininterrumpidos.

2. Aceptación de la responsabilidad personal. Pero no es suficiente con limitarse a reconocer «Tengo un problema». A menudo, a partir de ahí lo que dice la gente es lo siguiente: «Vale, pero este problema no es culpa mía. Hay otra persona, o hay fuerzas ajenas a mí, que hacen que mi vida sea horrible». Este tipo de autocompasión y postura victimista están entre las excusas más habituales que ofrece la gente para evitar hacerse cargo de sus problemas personales. Así que un segundo obstáculo, una vez que la persona en cuestión lo ha reconocido («Tengo un problema»), es que consiga asumir también la responsabilidad de su resolución. «Vale, están esas fuerzas ajenas a mí y toda esa gente, pero ellos no son yo. A los demás no los puedo cambiar. Yo soy la única persona cuyas acciones puedo controlar por completo. Si quiero que esas fuerzas y esa otra gente cambie, es responsabilidad mía hacer algo al respecto, modificando mi propio comportamiento y mis reacciones. Toda esa gente no va a cambiar de forma espontánea si no lo hago yo por mi cuenta».

3. Construcción de un cercado. Una vez que la persona ha reconocido la existencia de la crisis, aceptado la responsabilidad de hacer algo para resolverla y se ha presentado en un centro de terapia de crisis, la primera sesión de la terapia puede centrarse en la fase de «construcción de un cercado», es decir, identificar y delimitar el problema que hay que resolver. Si la persona en crisis no consigue hacer esto, termina viéndose a sí misma como un fracaso total y se paraliza. Por tanto, una pregunta clave es: ¿qué cosas de uno mismo están funcionando bien y no es necesario cambiar y se pueden mantener? ¿Qué cosas se pueden y se deben desechar y sustituir con algo nuevo? Veremos que esta cuestión de los cambios selectivos es clave también en las evaluaciones de los países en crisis.

4. Obtención de ayuda de los demás. La mayoría de quienes hemos logrado salir de una crisis hemos descubierto el valor del del apoyo emocional y material de las amistades o de los grupos de apoyo institucionalizados como los de los pacientes de cáncer, los alcohólicos o los adictos a alguna sustancia. Ejemplos comunes de gestos de apoyo material serían, por ejemplo, ofrecer una habitación a una persona cuyo matrimonio está en crisis para que pueda salir de su casa; pensar con claridad, para compensar la merma temporal de la capacidad para resolver problemas que tiene la persona en estado de crisis; y ofrecer ayuda práctica para obtener información, un trabajo nuevo, nuevos compañeros o nuevas fórmulas para el cuidado de los hijos. El apoyo emocional tiene que ver con saber escuchar, ayudar a ver los problemas con claridad y ayudar a una persona que puede haber perdido temporalmente la esperanza y la confianza en sí misma, para que recupere ambas cosas.

En el caso del paciente de una clínica de terapia de crisis, esta «petición de ayuda» está inevitablemente entre los primeros factores que aparecen en la resolución de la crisis: la persona llega al centro porque es consciente de que necesita ayuda. En el caso de la gente en proceso de crisis que no acude a una clínica de terapia, la petición de ayuda puede llegar antes, más tarde o incluso no llegar nunca: hay personas que se complican mucho las cosas intentar resolver una crisis sin contar con ninguna ayuda. Con ejemplo personal de la petición de ayuda sin acudir a un centro terapia de crisis: cuando mi primera mujer me provocó toda una conmoción al decirme (finalmente) que quería el divorcio, durante los días siguientes llamé a cuatro de mis amigos más íntimos y les abrí mi corazón. Los cuatro comprendieron mi situación y empatizaron con ella porque tres de ellos también eran divorciados y el cuarto había conseguido reconstruir un matrimonio con muchos problemas. Aunque, en mi caso, la petición de ayuda no consiguió evitar mi divorcio, sí demostró ser el primer paso para un largo proceso de examen sobre mis relaciones y para un feliz segundo matrimonio. Hablar con buenos amigos me hizo sentir que no había fracasado por completo y que también podría alcanzar por fin la felicidad, como lo habían hecho ellos.

 

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